6.2.14

EL ORIGEN DE LA VANIDAD


" Tras tres meses en la absoluta miseria, hoy he trabajado dos horas. El empleo ha consistido en destruir papeles. La empresa que me ha contratado no disponía del aparato para destruir papeles y ha concluido que mis aptitudes, sin duda alguna, se ajustaban al perfil requerido. El manager -así se ha presentado el imbécil- me ha sentado en una silla, ha puesto un montón de papeles sobre la mesa y me ha dicho: destruye estos papeles. Estoy muy deprimido. Como ya sabía qué clase de trabajo me esperaba, he tenido la precaución de llevar un opúsculo de Marvin Harris titulado Jefes, cabecillas y abusones. Una lectura amena y acorde con mi posición: el último eslabón; y acorde con mis aspiraciones imposibles: ser un humanista completo. Media hora después de haber empezado mi trabajo ha llegado el Manager y ha dicho que los papeles estaban mal destruidos. Tienes que cortarlos en pedazos más pequeños, lo que has hecho no sirve para nada, está mal, podemos ir todos a la cárcel, ha dicho, incluso tú, por no destruir bien estos papeles, a la cárcel. Luego ha hecho una demostración de qué clase de destrucción de papeles deseaba y se ha marchado. He quedado solo y tumefacto, y he empezado a leer el opúsculo. ¿Siempre han existido los jefes? ¿Desde el principio de los tiempos han existido los jefes? No. Creo que existe una inclinación general en todo el género humano, un perpetuo y desazonador deseo del poder por el poder, que sólo cesa con la muerte. Cuando he leído estas palabras de Hobbes he pensado: tiene razón. Pero no la tiene y estamos todos muy equivocados creyendo que la tiene (porque creo que todos habéis pensado lo mismo: tiene razón. Pues no la tiene)."


Balcells Matas, Víctor.
Extracto de 'El origen de la vanidad'.